PERRITO SE BURLA DE DEMONIO Y LO VENCE: Una leyenda maya

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¿Piensas que los perritos son mensos? Si tu respuesta es afirmativa, déjame comentarte que los mayas ya la hubieran refutado ¡y muy bien hecho! Porque no sólo resultan cálidos, increíblemente listos y apapachables, sino que en muchas ocasiones han demostrado gran lealtad hacia el ser humano… incluso si éste no la merece. De esto trata la leyenda sobre el perro y Kakasbal, traducida a un montón de idiomas; de la cultura maya para el mundo. ¿Te animas a conocerla? ¡Te la contamos abajo!

Pero antes: Si eres un amante de los caninos, no olvides pasarte por nuestra entrada sobre las tres especies endémicas de nuestro país. Spoiler: uno es enano, otro pelón, y el último salvajón ¡da clic aquí para conocerlos!

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Edición ilustrada en tres idiomas.

Érase una vez un temible demonio…

Para comprender bien la fábula, un poco de contexto: ¿quién demonios –y nunca mejor dicho– es Kakasbal? Su nombre significa “cosa mala”, y es una criatura del Inframundo que los mayas temen en gran medida; es tan terrorífica que no se parece a nada que se haya conocido antes. No tiene forma, y aun así genera el mismo inmenso horror que un pozo negro ¿te lo imaginas?

La mitología maya decía que Kakasbal confundía a las personas al hablarles, pues quienes lo oían pensaban que su voz interna era quien se dirigía a ellos, siendo en realidad este demonio en busca de la ruina, el sufrimiento, y la separación entre los humanos. Este eco hacía que los hombres se volvieran malos, violentos, codiciosos y finalmente imposibles de satisfacer. Su único propósito en la Tierra era ensombrecer los corazones de los mortales.

Una vez dicho lo anterior, procederemos a describir a su contrincante, ubicado en la otra esquina del ring: el perrito.

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… y un pobre chucho maltratado

Cuenta la leyenda que había un perro infeliz al que su dueño constantemente le pegaba; este hombre era tan pobre –incluso en el alma– que siempre estaba de mal humor, por lo que se desquitaba con su compañero. Kakasbal, que es muy metiche y siempre anda en todo, se dio cuenta de la situación, por lo que pensó que podía sacar provecho del rencor que seguramente el can sentía contra su amo y así llevarse un alma consigo. Entonces se apareció ante la suculenta presa y le dijo: “Ven acá, cuéntame qué te pasa, pues te veo triste”. El perro se quejó y Kakasbal, el seductor, lo instó a abandonar a su dueño. “No te quiere, sé que es de malos sentimientos –le susurró al oído y yo podría ayudarte a que te liberes de él”.

El perro se negó, alegando que debía ser fiel a su amo sin importar las circunstancias; pero tanto insistió el demonio que, por quitárselo de encima, el animal le dijo: “Creo que me has convencido, dime qué debo hacer”. Kakasbal, por su puesto, le pidió su alma. Pero la libertad parecía poca cosa, por lo que el perro le pidió algo más… quizás, un hueso por cada pelo en su cuerpo. Y aunque parecía complejo, el malvado aceptó el trato. Grave error.

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¡Ay, las pulgas!

Tras pronunciar el perro “cuenta, pues”, el necio demonio se puso a su labor. Deslizó sus dedos por cabeza, orejas, lomo, patitas acolchonadas… pero cuando las garras llegaban ya a la cola, el can se acordó de la fidelidad que le debía a su amo, por lo que pegó un salto y la cuenta se perdió. “¿Por qué te mueves?” rugió Kakasbal; “es que no aguanto las pulgas, perdón” replicó el perrito. Y así la cuenta volvió a comenzar. Como podrás imaginar, esto ocurrió cien veces; tras cien brincos, cien veces el demonio perdió el número en su cabeza hasta desquiciarse:

“No cuento más –le dijo ya bien cansado–. Me has engañado; pero me has dado una gran lección. Ahora sé que es más fácil comprar el alma de un hombre que la de un perro”. Y derrotado, se marchó.

¿Tú qué opinas? ¿Correrás a darle un abrazo a tu perrhijo después de esto o estás del lado de Kakasbal? Sin duda, se trata de una leyenda que enaltece la fidelidad del mejor amigo del hombre. ¡Guau!

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