VILLANA JAROCHA: verdades y mitos sobre la Condesa de Malibrán

¡Ah! Bien dicen que sólo Veracruz es bello, pues su riqueza cultural, la calidez de su gente y sus diversos atractivos turísticos, lo hacen destacar como un destino imperdible. Sin embargo, así como cuenta con rincones de un magnífico azul, también existen otros repletos de historias muy oscuras, dignas de pesadilla.

Ejemplo de ello es la leyenda de La Condesa de Malibrán, en cuya casona abandonada aún se escuchan lamentos, quejidos y arañazos viniendo desde el interior. Algunos lugareños aseguran haber oído el llanto de un bebé, e incluso haber visto a la condesa entrar por la puerta principal, o flotar en medio de la laguna.

¿De qué trata su siniestra historia? ¿Qué tan certera es? Te contamos todo aquí abajo.  

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Una mujer misteriosa

Aunque actualmente se comenta mucho, la leyenda comenzó a narrarse a principios del siglo XX. Se dice que la “Condesa de Malibrán” en realidad se llamaba Beatriz del Real, y que vivió en el Puerto de Veracruz, cuando la ciudad se encontraba amurallada. Era una mujer muy hermosa, extranjera, esposa de un conde español apellidado Malibrán, quien decidió radicar en México debido a negocios que le brindaban una considerable fortuna. Esto lo mantenía viajando de forma constante, por lo que la condesa pasaba mucho tiempo sola.

Los rumores no tardaron en escucharse ante las irregularidades que los vecinos presenciaban dentro y fuera de la casona: la condesa organizaba grandes fiestas en ausencia de su esposo, a las cuales acudían personalidades adineradas de Veracruz, así como marineros jóvenes y apuestos. La algarabía se prolongaba hasta el amanecer, cuando ella se quedaba a solas en la mansión con alguno de los invitados.

Por esas mismas fechas, comenzaron a presentarse casos de jovencitos que no volvían a sus navíos, así como de extranjeros que no volvían a casa. ¿Coincidencia?

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Los motivos detrás

En realidad, cuenta la leyenda que gran parte del comportamiento de la condesa se debía no sólo a su soledad, sino a que por años había intentado concebir un hijo, su único anhelo; fracasando siempre. La mujer decidió, como último recurso en desesperación, visitar a una bruja que vivía en la zona más fangosa cerca del Puerto, para rogarle que solucionara su problema. Producto de estas hechicerías consiguió embarazarse, aunque para sorpresa de todos, el triste resultado fue un parto difícil y un hijo deforme. Ella trataba de ocultar todo lo ocurrido por medio de fiestas exageradas y amores ocasionales que desaparecían sin dejar rastro alguno, mientras el niño era cuidado por los sirvientes.

Pero lo peor estaba por suceder.

La desgracia de Malibrán

Una mañana fatídica, el esposo volvió después de un prolongado viaje, y al abrir la puerta se encontró con un esclavo llevando al niño en brazos. El conde, molesto por ver que la mujer relegaba su labor con el bebé, anduvo hasta la recámara para exigirle una explicación. Cuál fue su sorpresa al encontrarla con su amante en turno. Loco de ira, se abalanzó sobre los infieles con su espada, y la sangre de ambos corrió por los suelos. Después, ordenó al mismo sirviente que los arrojara a un pozo lleno de lagartos situado de forma clandestina al fondo de la propiedad.

Sin embargo, este mozo era testigo fiel de la vida en la casa, por lo que contó horrorizado al conde cómo Beatriz asesinaba a sus amantes y, para no dejar huella del delito, los echaba a ese mismo pozo. El conde, aún más asqueado por lo que escuchaba, arrojó los dos cuerpos junto con el del niño. Cuenta la leyenda que desde entonces se volvió loco, y que se le veía vagar por las calles del Puerto gritando: ¡Justicia, justicia, y que muera la condesa de Malibrán!

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Algunas verdades en torno a la leyenda

Esta historia popular, que pareciera sacada de un cuento gótico, es tan famosa que algunos historiadores se dieron a la tarea de investigar los datos verídicos detrás de ella. Nosotros podemos resumirlo así: existen algunas fallas temporales, pues la abolición de la esclavitud en México había ocurrido ya para esos días, y los hombres no portaban espadas, ni siquiera los militares.

La identidad de la mujer que cometió dichos crímenes es también incierta, pero se dice que se trató de Beatriz del Real y Herrera. Ella nunca fue señora de la propiedad mencionada, fue su hermana Magdalena, quien se casó con el francés Juan Malibrán Bosquez. Además, los cuerpos de aquellos jóvenes, o nunca existieron o nadie los conoció; pues al morir, Beatriz fue enterrada bajo las escalinatas de la entrada principal de la iglesia del Señor del Buen Viaje, en olor de santidad.

Al parecer, se trata de la imaginación del pueblo veracruzano, que goza de las historias terroríficas.

¿Tú qué piensas? ¿Conocías esta leyenda? ¿Sabías que omitimos detalles más siniestros? ¡Cuéntanos en los comentarios!

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