¡Sal si puedes de este callejón macabro! – Leyenda de un crimen pasional

/
exodus exodus exodus +110

¿Que los crímenes pasionales en primera plana son sólo cosa actual? ¡Claro que no! Por más terrible que suene, estos eventos infortunados han ocurrido desde que el ser humano tiene uso de razón. Ejemplo de ello es la macabra historia que dio nombre por mucho tiempo a una de las arterias de la Ciudad de México, desde la época colonial; la actual Calle de Dolores, antiguamente Callejón de Sal si puedes. Tenebroso ¿verdad?

Resulta que, con la creación improvisada de una serie de calles laberínticas por la Avenida Juárez, tras la demolición de las nueve capillas erigidas allí en la Colonia, esta zona se convirtió en el sitio perfecto para que los criminales se escondieran de la policía, y para que las personas empezaran a propagar una serie de leyendas que transcurrían en dichos callejones. Eran días de la Guerra de Reforma; la corriente artística y filosófica del Romanticismo había traído consigo el bagaje gótico, con todas sus criaturas de ultratumba, supersticiones, así como el gusto por la noche y el terror.  

Así, aunque algunos aseguran que el callejón Sal si puedes fue nombrado por las características físicas del lugar –sin salida–, otros historiadores sostienen que el título nació del afamado crimen ocurrido aquí, con repercusiones sobrenaturales. ¿Deseas enterarte bien del chismecito? ¡Te lo contamos a continuación!

imagen

Tan corto el amor…

Desde el siglo XVII, la ciudad de Toledo, España, se distinguió por fabricar espadas, sables y puñales lujosos, de muy buen acero para los mozos de la época. Por supuesto, esto incitaba a los tontos a solucionar sus riñas por medio de duelos a muerte, por lo que a menudo corría la sangre bajo motivos de falso honor o amores descarnados. Empezamos fuerte ¿verdad? En ese entonces, justo en aquella ciudad, Don Gaspar de Astorga vivía enamorado de Doña Inés de Olivares, una joven preciosa que, para embellecerla más, era heredera de grandes fortunas. Aunque ambos deseaban casarse, el padre de la doncella se lo prohibió por considerarlo a él un donnadie.

En un arranque de ira, Don Gaspar de Olivares decidió partir a la Nueva España con su hija para impedir su amorío con aquel hombre, ¡consiguiéndolo en verdad! A Inés se le acabó muy rápido el sentimiento por Gaspar de Astorga pues, cuando llegaron al Puerto de la Vera Cruz y se hospedaron en la Posada del Ciervo Rojo –la mejor de entonces–, conoció al apuesto y gentil Capitán de Alabarderos, Don Melchor de Lazo.

Padre e hija, así como el nuevo enamorado de Doña Inés, se mudaron a la Ciudad de México, y la familia Olivares se instaló en una hermosa casona al fondo del callejón cerrado. La vida parecía marchar bien; al señor le agradaba su yerno, los jóvenes estaban enamorados, y se acercaba el día de la boda… hasta que Don Gaspar de Astorga llegó a la Nueva España.

TE PUEDE INTERESAR: El Callejón de Jesús te Ampare en Xalapa, Veracruz

imagen
Otro nombre que recibió el callejón, tiempo después. Qué polifacético ¿no crees?

¡¿Otra vez tú?!

Resultó ser pariente de su eminencia, el cardenal Don Rodrigo de Astorga, arzobispo de Toledo; por lo que llevaba buenas recomendaciones para el virrey Don Francisco de Alencastre. Él, que era un vago sin oficio ni beneficio en España, pronto se convirtió en un caballero palaciego. Iba a bailes, a tertulias, nunca faltaba a misa, y fue allí donde se reencontró con Inés. ¡Estaba tan ilusionado! Ocultándose para no ser visto por el señor de Olivares, los siguió al final de la misa para ver dónde vivían. Desde entonces, justo como tu ex el stalker, estuvo acechando la casa, hasta que pudo hablarle a Inés y presumirle su nueva fortuna. Le dijo: “Ve con tu padre y avísale que ya no soy el pobrete que conoció, ¡casémonos, amor mío!”. Pero cuál fue su sorpresa al ver cómo la doncella, con un gesto de repudio, lo rechazó: “ya estoy comprometida con otro hombre”. Ignorando sus súplicas, lo hizo a un lado y se marchó.

A partir de ese momento, más encaprichado que nunca, comenzó a rondar por el callejón, insistiendo, arrastrándose cual perro día y noche. Qué fea es la pena ajena ¿verdad? Bueno, que el tipo sufrió muchísimo, hasta aquel anochecer, cuando se topó de frente con Don Melchor de Lazo ¡el novio! Incapaces de soportar la existencia mutua, decidieron batirse en duelo a muerte por el amor de Inés.

¡Sal si puedes!

Extrañamente, Inés escuchó a su prometido decir que estuviera tranquila, que nunca más la iban a molestar. Una noche de mal augurio, Inés caminaba de regreso del rosario, cuando se encontró como de costumbre con Gaspar de Astorga. Se dispuso de nueva cuenta a rechazarlo, más agobiada y cruel que nunca, suplicando que se apartase y la dejase pasar; todo sin sospechar que, ciego de ira y de despecho, el hombre sacaría su mano descarnada con la espada desenvainada, exclamando: “¡Sal si puedes!” Y presto hundió el arma en el pecho de Inés quien, bañada en sangre, cayó sin vida, mientras el asesino emprendía vertiginosa fuga. Lo que había visto era el rostro deformado de un muerto viviente arrebatándole su último aliento.

“¡La ha atravesado un muerto!” gritaban las personas que habían presenciado la escena. Cuando hicieron venir a la policía, el Capitán de Lazo contó horrorizado que una semana antes había dado muerte a Don Gaspar de Astorga en un duelo. ¡¿Era acaso posible que hubiera regresado de la tumba para vengar su amor no correspondido?!

imagen
Ilustración del cómic Tradiciones y Leyendas de la Colonia.

Ningún cronista ha podido decir si este hecho fue verdad o mera leyenda; sin embargo, la gente temía cruzar de noche el Callejón de Sal si puedes, por si llegaba a encontrar el espectro enloquecido por amor. Quizás, sólo era que bandoleros aprovecharon esta leyenda para asaltar y cometer crímenes haciéndose pasar por fantasmas. Como fuese, hoy en día no es más que una calle perdida entre los restaurantes cantoneses del Barrio Chino. ¿Tú qué piensas? ¿Has visitado este sitio? ¿Conoces otro con una historia similar?

CONTINÚA LEYENDO HISTORIAS DE LA COLONIA:

Una tragedia en la Casa de las Delicias, Sonora

La mujer que quemó su rostro por amor

El Mechudo, inquietante relato de Baja California Sur

La Mulata de Córdoba, leyenda inmortal




Búscanos en redes sociales