POPOTILLO: belleza mexiquense

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Algo que distingue a México es sin duda su vasta creatividad y colorido a la hora de crear artesanías. A lo largo de la República existen un sinnúmero de ejemplos, entre los que encontramos los preciosos milagritos o los árboles de la vida, piezas que involucran días enteros de trabajo, así como una técnica magistral.

Sin embargo, hoy queremos platicarte acerca de una de las ramas artesanales más antiguas, originada en territorios mexiquenses: las fibras vegetales. En ella, los artesanos utilizan hojas, tallos, raíces o espigas que, por sus características de flexibilidad, representan una materia prima excelente para el tejido de cestería. El popotillo es una de ellas, y probablemente una de las más hermosas, debido a las complejas obras de arte que pueden realizarse… ¿sabes de qué hablamos? Si no, quédate para admirar esta antigua y bellísima tradición.

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La magia del artesano mexiquense

En el Estado de México, principalmente en los municipios de Chimalhuacán, Texcoco, Ocoyoacac, Naucalpan, Nezahualcóyotl y Zinacantepec, los maestros del arte popular trabajan bajo la técnica de popotillo. Gracias a ésta pueden elaborar cuadros tan complejos como paisajes o retratos, alhajeros, portadas de libretas, entre muchos artículos más.

Desde épocas prehispánicas, el popotillo era utilizado para adornar templos, escuelas y hogares. Los mexicas descubrieron que trabajar con zacatón o planta de cambray era muy similar al arte plumario, por lo que desde entonces se originó esta forma de arte. En la actualidad, esta planta silvestre se ocupa también en la producción de escobas, y se recolecta en los pastizales, matorrales y en las zonas más altas de los volcanes de Hidalgo, entre los meses de diciembre a marzo. Tan sólo su obtención suena a toda una aventura ¿verdad?

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Las fibras más delgadas se limpian y se reúnen en manojos; entonces se tiñen con anilinas vegetales, se lavan y se ponen a secar bajo el sol. Esta es una de las partes más importantes del proceso, pues dependiendo de los conocimientos del artesano, se podrán obtener gamas de colores más diversas.

Sin embargo, la verdadera magia ocurre en los talleres, cuando el maestro artesano inicia el trazo en una hoja en blanco. Entonces se calcula el tamaño y los motivos, que a menudo son paisajes, personas, flores y animales. La cera de abeja es utilizada como pegamento para fijar el popotillo, y así, con mucha paciencia, la pieza cobra vida hilo a hilo, mientras el artesano realiza los cortes con sus propias uñas. ¿Verdad que los resultados son asombrosos?

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Sin duda, cada fibra de popotillo plasmada en los cuadros guarda una historia única e irrepetible, contada por las manos de los maestros mexiquenses, quienes sobreviven gracias a esta noble labor que se hereda de generación en generación. Conocer y comprar su trabajo nos ayuda a preservar nuestras tradiciones. ¿Te gustaría tener una de estas piezas en casa? ¿O preferirías elaborar la tuya? ¡Cuéntanos en la sección de comentarios!

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