Lelé: desde Querétaro hacia la conquista del mundo

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No nos queda duda: Querétaro es el paraíso para los amantes de las artesanías. A lo largo de sus dieciocho municipios encontraremos artículos de talabartería y mármol; manteles, tapetes, morrales, trabajos bordados, objetos de palma, canastas de mimbre, ópalo y muñecos de ixtle; también hay sombreros, máscaras, joyería e incluso macetas de cantera labrada. Sin embargo, entre todas estas maravillas sobresale un personaje que, debido a su popularidad y figura tan peculiar, ha visitado importantes ciudades alrededor del mundo, como San Francisco, Madrid, Londres, Sídney y Shanghái.

¿Sabes de quién hablamos? Sí, es una muñequita hecha en el Pueblo Mágico de Amealco De Bonfil, y se llama Lelé.

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Bonita, colorida, mexicana

En lengua otomí, su nombre significa “bebé”; y aunque en la actualidad son manufacturadas con trapo y listones de colores, se cree que las primeras fueron hechas con arcilla, palma y pelitos de maíz. Se cree que, en épocas prehispánicas, estas muñequitas se colocaban sobre los sepulcros infantiles para alejar a los malos espíritus de los niños difuntos… dulce y triste al mismo tiempo ¿verdad? Tras la llegada de los españoles, Lelé funcionó en los mercados como una alternativa perfecta a los juguetes importados de España, con lo bonita que es.

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Lleva dos trenzas largas, con coronas y lazos de colores súper vistosos, así como un vestido tradicional que representa la indumentaria de sus creadoras. Además, uno de sus elementos más representativos es su pañal de bebé, accesorio fundamental que sí o sí debe llevar; o sea que, si compras una, revisa que lleve su chonito para que no llore ¿va? Y es que en su rostro muestra la típica alegría mexicana, con sus chapas y una gran sonrisa. Todo esto, en conjunto, identifica en cualquier parte del mundo a Lelé.

Su elaboración, heredada de generación en generación, es el sustento de decenas de familias mexicanas. Su fabricación es cien por ciento artesanal, y con el tiempo se ha vuelto casi un ritual; puede demorar de uno a dos días por pieza chica, y hasta seis días para las más grandes. Los precios van desde los 30 pesos, hasta los 8 mil pesos para las muñecas más elaboradas y de gran tamaño. Asombroso ¿cierto?

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Más que una muñeca, parte de nuestra identidad

Lelé se convirtió en el ícono de Querétaro que enamoró al mundo, pues se le ha visto viajar por muchos países en representación de México. Tal fue el éxito de esta muñequita, que en Amealco De Bonfil tiene su propio museo, y fue declarada Patrimonio Cultural de Querétaro, así como Patrimonio Intangible de la Humanidad en 2018. Hoy en día, se estima que mujeres indígenas confeccionan 150 mil ejemplares de Lelés al mes ¡imagínate!

Además, ha sido referencia de moda no sólo por ser sumamente bella, sino porque su estilo ha inspirado estampados, peinados y accesorios. Sin duda, se trata de una artesanía hecha con mucho amor y dedicación en cada detalle. ¿Te gusta? ¿Tendrás una en casa para cuidarla y quererla?

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