El toro que robaba doncellas: una leyenda de Campeche

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En el Barrio de San Román, Campeche, hubo una época en la que salir a medianoche significaba la muerte. Los habitantes vivían aterrados, y se encerraban en sus casas en cuanto el sol se ocultaba, sin saber que el motivo de sus pesadillas emergía de una cueva cercana al pueblo.

De hecho, las cavernas son lugares fríos y oscuros, que por su misma naturaleza despiertan tanto el miedo como la curiosidad del ser humano. La cueva del toro en Campeche es un gran ejemplo de ello, debido a todas las historias que se narran en torno suyo. A continuación, te narramos la más popular. ¡Quédate para descubrirla!

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Las desapariciones  

En el barrio de San Román, Campeche, ocurrían eventos extraños. La gente aseguraba escuchar ruidos espeluznantes por la noche; en específico, algo como el eco fantasmal de un toro que bramaba enfurecido. Nadie veía al toro; aparte de los bramidos, no existía nada inusual en el barrio… hasta que, con el tiempo, mujeres jóvenes comenzaron a desaparecer.

Al principio todos creían que era una coincidencia, pero cuando el número de chicas que se esfumaban en el aire incrementó de manera alarmante, los habitantes decidieron tomar sus armas y enfrentarse al enemigo, incluso si no podían verlo.

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El seductor

Los testigos horrorizados no tardaron en surgir. Ellos aseguraban haber visto algo extraordinario: un toro de aspecto maligno recorría la ciudad, y justo al llegar a un cruce de calles en forma de cruz, la bestia bramaba rascando la tierra para convertirse en hombre. Ya erguido en dos piernas, era un caballero muy atractivo, que entraba a la casa de alguna señorita para hechizarla. Las citaba a las doce de la noche del día siguiente, en la entrada de su cueva, a lo que ellas aceptaban hipnotizadas por una fuerza diabólica.

Así, muchas jovencitas escaparon de sus hogares para acudir a su encuentro. En cuanto llegaban a la cueva, él las esperaba en la entrada, donde eran arrastradas para nunca volver a ser vistas. Qué miedo ¿verdad?

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Un frondoso árbol de mamey

La leyenda dice que un buen día, los ciudadanos se pusieron de acuerdo para acabar con él. Primero intentaron ahogarlo, haciendo que la corriente de agua de las lluvias fluyese hacia la cueva. Sin embargo, esto resultó inútil, pues pronto apareció con una nueva víctima. Entonces los valientes campechanos, protegidos con cruces y talismanes, lograron someterlo y arrancarle el corazón. El toro cayó al suelo, y de él creció un frondoso árbol de mamey, que hasta la fecha existe en la entrada de la Cueva del Toro en el Barrio de San Román. Algo similar ocurrió con el vampiro del Panteón de Belén en Guadalajara ¿recuerdas?

Aunque ha pasado mucho tiempo desde entonces, todavía hay noches en que la gente asegura escuchar los feroces bramidos de aquel toro… ¿qué opinas sobre esta leyenda? ¿Conoces otra versión o un mito parecido? ¡Cuéntanos en la sección de comentarios!

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