Un dragón atemoriza Zacatlán de las Manzanas, Puebla
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¿Alguna vez imaginaste que los sismos en tu localidad son ocasionados por un dragón gigantesco escondido bajo tierra? ¿No? Bueno, esta leyenda es una de las más representativas de Zacatlán, Pueblo Mágico que no sólo se distingue por sus deliciosas manzanas que resultan en aquella sidra tan espléndida que ya conocemos; además, cada persona que visita su bello convento, puede sentir sobre su piel la presencia de la bestia alada, alguna vez habitante de sus sótanos.
¡Quédate para conocer más acerca de esta historia!
Érase una vez un dragón prehispánico…
Todo comienza en la época de la Colonia, cuando un poblador de Zacatlán informó a los frailes sobre la existencia de una terrible criatura que aterrorizaba a los habitantes del pueblo, incluso desde antes de la llegada de los españoles. Se trataba de un dragón que, aunque en múltiples ocasiones habían intentado cazar, terminaba librando todas las persecuciones. Con el tiempo y a causa del fracaso, la gente procuró hacer a un lado su miedo, y comenzar a considerarlo un animal sagrado; además, circulaban rumores de que era similar a una enorme serpiente emplumada, lo cual intrigaba aún más a los aldeanos.
Los frailes, enterados de la situación, decidieron poner manos a la obra y atrapar a la fiera valerosamente. Después de muchos intentos, lograron capturar con vida al enorme animal. Todos estaban pasmados, fascinados ante la majestuosidad del dragón; sin embargo, pronto los religiosos pensaron que se trataba de un truco sucio de Satanás para desviar a los nativos de su naciente creencia religiosa, por lo que optaron por tomar medidas drásticas. Para alejar a los pobladores de la criatura, empezaron a propagar la amenaza de que quienes la llegaran a ver, condenarían su alma al fuego eterno de los abismos infernales. Así ahuyentaron a los curiosos, y enfrentaron la dificultad mayor: ocultar todo rastro de su existencia.
Los católicos no sabían qué hacer. Unos dicen que construyeron el convento justo arriba de donde lo encerraron; otros argumentan que, para vigilarlo y tenerlo resguardado, se dispuso que fuera depositado en algún lugar de la iglesia, por lo que acondicionaron su sótano. Aún no nos explicamos cómo fue que introdujeron allí a la inmensa bestia, pero lo cierto es que resulta muy difícil mantener guardado un secreto tan… inmenso y estruendoso.
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La catástrofe llega a Zacatlán
Los habitantes comenzaban a cotillear sus sospechas. Poco tiempo después de ocurrida la hazaña, los frailes desaparecían periódicamente, y no se sabía nada de ellos hasta pasados algunos días, en que volvían como si nada hubiese pasado, sin rendir cuentas. Algunos pensaban que se escondían para practicar extraños ritos dedicados al diablo, mientras que otros aseguraban que huían a purgar sus pecados en flagelo; mientras tanto, los religiosos batallaban para alimentar a un dragón cada día más descontrolado que ya era imposible volver a liberar.
Tan terrible fue el encierro del reptil que, en un estallido de rabia, se presentó un fuerte temblor bajo los suelos de Zacatlán… que extrañamente sólo afectaba a la iglesia y sus alrededores. Los católicos, horrorizados por la posibilidad de que los edificios se derrumbaran, tuvieron que confesar lo que sucedía: que el dragón vivía bajo los cimientos, y que cada día era más difícil alimentarlo, a falta de recursos.
Una resolución sospechosa
A partir de entonces, en pro de evitar una catástrofe traducida en derrumbes o enfermedades a causa de la putrefacción de un dragón muerto, lograron que se duplicaran los diezmos y que los pobladores comenzaran a llevar animales domésticos y salvajes para alimentar al gran reptil. Sólo de esta forma permaneció tranquilo y ya no destruyó todo Zacatlán.
¿Tú qué opinas acerca de este giro de tuerca? Suena un poquito sospechoso… ¿no?
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