Las pinturas rupestres son algo verdaderamente impresionante ¿verdad? Ejemplo de ello es El Boyé, un sitio muy poco conocido en México, pero no por ello menos interesante. Se localiza en Huichapan, Hidalgo, y encierra una importante riqueza cultural. Sin embargo, debido a la falta de protección en la zona, podría perderse ante el deterioro producido por la intemperie.
¿Te interesa saber más al respecto? ¡Te lo contamos abajo!
Vestigio otomí
Las pinturas rupestres que se encuentran en el estado de Hidalgo fueron realizadas en cuevas o sitios rocosos, lugares que debieron servir como refugio para los primeros Homo Sapiens sobre la Tierra. También es posible hallarlas cerca de fuentes de agua como lagunas y ríos, debido a la abundancia de recursos naturales que esto supone. Tal es el caso de las pinturas rupestres El Boyé, localizadas en Huichapan, Hidalgo, en parte del Valle del Mezquital. Las verás en la pared rocosa del cerro, a un costado del arroyo con el mismo nombre.
Se cree que fueron hechas por el pueblo otomí hace unos 3 mil años, entre el Posclásico Tardío, colonial y moderno. Curiosamente, a diferencia de otras pinturas rupestres hidalguenses, el único color empleado en estas es el blanco. La palabra Boyé viene del vocablo “Boy’e”, que significa “lugar donde llueve mucho” o “negrura de lluvia”; aunque también se ha traducido como “lugar de barrancas”, debido a la geografía del lugar.
Más allá de la tinta
Como podrás imaginar, estas antiquísimas pinturas muestran la cosmovisión y los rituales del pueblo otomí; de hecho, en ellas existe una alusión constante al sacrificio para propiciar la fertilidad. Si prestas atención, en la pintura más famosa distinguirás 18 figuras humanas con los brazos extendidos y unidos entre sí formando una fila; cada uno tiene un mechón o tocado en la cabeza. Por la forma de sus piecitos, pareciera que se mueven de izquierda a derecha, en una especie de danza, de ahí que se les conozca como “los danzantes”.
También verás representados diversos animales, como unas garzas con sus patas sumergidas en agua, asociadas con la fertilidad y la lluvia; estrellas, el sol, figuras geométricas y plantas para la curación o el cultivo. Fascinante ¿verdad?
¡Visita El Boyé!
Por desgracia, estas increíbles y valiosísimas pinturas rupestres no están protegidas, por lo que poco a poco las estamos perdiendo sin que las instituciones hagan nada al respecto. Lo que podemos hacer es acercarnos a ellas, conocerlas y mostrarlas para que más gente comprenda su valor histórico y se alce la voz. Es importante cuidarlas como un invaluable legado de nuestros antepasados más remotos. ¿Te sumas a la causa? ¿Habías escuchado acerca de ellas antes? ¡Cuéntanos en la sección de comentarios!
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