Hoy en día, Orizaba representa un Pueblo Mágico muy urbanizado, y uno de los grandes favoritos en Veracruz. Sin embargo, a principios del siglo XX, era como cualquier otro poblado en desarrollo: no contaba con iluminación en sus calles empedradas, había múltiples callejones y privadas, y la arteria principal se formaba en torno al río con el mismo nombre.
Fue justo en las colonias de esta zona, que sus habitantes comenzaron a narrar historias de fantasmas y aparecidos. Una de ellas, la que te contaremos el día de hoy, se sitúa en el puente de San Juan de Dios. Puedes visitarlo en tu próxima visita al Pueblo Mágico, sobre Poniente 9 y Sur 2, cerca de la Calle Real; aunque, después de leer esta historia… quizás no desees recorrerlo, y mucho menos de noche. ¡Descubre esta fascinante leyenda a continuación!
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Existen muchas versiones de esta leyenda, pero todas coinciden en que ocurrió a mitad de una noche extraordinariamente oscura, entre la lluvia y un aire helado que calaba hasta los huesos. En aquel escenario, un velador hacía sus rondas, mientras alumbraba su camino con un candil; de cuando en cuando, pitaba su silbato y gritaba: “¡Las doce y sereno!”
No obstante, cuando cruzaba el Puente de San Juan de Dios, escuchó un ruido que lo desconcertó. No era extraño, ni atemorizante, sino todo lo contrario: era el inocente llanto de un bebé, que lo llenó de ternura y angustia por hallarse vulnerable en una noche tan fría.
El vigilante se detuvo y miró por todos lados en busca de la criatura, hasta que logró divisar un bultito que se movía oculto en un oscuro rincón del puente. Corrió hacia él, se agachó y lo tomó entre sus brazos amorosamente, tratando de consolarlo. El pequeño estaba cubierto con unas franelas sucias, por lo que el hombre sintió una profunda compasión y le dijo:
—Pobre de ti, mi niño. ¿Qué mala madre, de corazón tan oscuro, se habrá atrevido a abandonarte?
El hombre continuó su camino, con la criatura de escasos meses de edad en brazos. Pero la lluvia arreció, por lo que tuvo que apresurarse hasta hallar una casa techada, donde se refugió para protegerle. Allí, a la luz de su pequeño farol, descubrió el rostro del niño y lo miró con atención.
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El bebé lo observaba con una mirada fija e intensa; cuando, para su sorpresa, le sonrió. Pero esto no era lo más inquietante. Lo horrible fue notar que dentro de su boca había una dentadura completa, perfectamente blanca y crecida como la de cualquier adulto.
—¿Ves mis colmillos? —preguntó una voz cavernosa, al tiempo que mostraba unos terribles y afilados caninos—. ¿Sabes quién soy?
El velador lo supo de inmediato, horrorizado, con un escalofrío recorriéndole la espalda. ¡Era el mismísimo Diablo! Así que lanzó a la criatura y corrió rumbo a su casa a toda velocidad, no sin distinguir a la distancia unas macabras carcajadas.
Cuando llegó, su esposa lo vio pálido, enmudecido y con el rostro desfigurado de terror por la experiencia. Dicen que tuvieron que pasar quince días para que el velador pudiera narrar lo ocurrido; cayó gravemente enfermo, y sólo después de confesar esta historia, murió.
Esta espeluznante leyenda, que nos muestra cómo el mal puede burlarse incluso de las acciones más piadosas, es una de tantas que encontrarás en La Casa de las Leyendas, en Orizaba Pueblo Mágico.
Hoy en día, el puente de San Juan de Dios es uno de los más transitados en la ciudad, por ubicarse en pleno centro. Sin embargo, hay quienes aseguran que, aún en las noches de otoño, y a pesar de todo el alumbrado, debes cruzar el puente a toda velocidad y sin mirar atrás… porque podrías escuchar el llanto de un misterioso bebé.
¡Cuéntanos qué te pareció esta historia, y si la habías escuchado antes!
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