CIPACTLI, o de cómo el mundo fue creado a partir de un monstruo
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Sin duda, la mitología azteca es fascinante y, si la exploras a fondo, te sorprenderá descubrir todas las criaturas terroríficas que guarda. Ejemplo de ello es Cipactli, una bestia celestial con dientes y piel de cocodrilo, venerado y temido por los aztecas.
¡Descubre su historia a continuación!
Un retrato de pesadilla
Cipactli, del náhuatl “lagarto negro'', era una criatura monstruosa, gigante, a menudo descrita como un demonio marino con características de cocodrilo, serpiente, tiburón y sapo. Según los mitos tenía un apetito insaciable, y cada una de sus articulaciones consistía en una boca extra con filosas hileras de dientes.
Su existencia se remontaba a antes de la creación de los seres humanos, y protagoniza el mito de la cosmogonía junto con Tezcatlipoca y Quetzalcóatl.
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La terrible batalla
Tras un largo descanso de 600 años, el dios primordial Ometecuhtli encomendó a sus hijos los Tezcatlipocas que creasen un ser capaz de adorarles y venerarlos. Así fueron ideados los seres humanos. Entonces Huitzilopochtli, dios de la guerra, creó con ayuda de Quetzalcóatl un medio sol que fuera capaz de iluminar el universo. Sin embargo, cuando intentaron hacer emerger la Tierra de las profundidades de un inmenso mar, se toparon con un problema: Cipactli.
Preocupados, los dioses determinaron que la humanidad no podría sobrevivir a causa del monstruo, por lo que los hermanos Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se enfrentaron a la bestia en una batalla encarnizada. Se dice que Tezcatlipoca sacrificó un pie, y lo cortó para utilizarlo como carnada; de este modo, ambos saltaron sobre la criatura y la cortaron a la mitad. En otras versiones se dice que las dos deidades se transformaron en serpientes gigantes y cada quién le tomó de un lado hasta partirla en dos.
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El origen de todo
Los hermanos decidieron formar la Tierra a partir del cuerpo de Cipactli, utilizando la cabeza para crear los trece cielos, la cola para el Inframundo, y el núcleo fue convertido en la Tierra. De él se generó sustento para los aztecas, la Madre Naturaleza, en un mundo al que llamaron Tlaltipac.
De sus escamas surgieron árboles, flores y plantas; de la piel blanda, planicies y llanuras. Sus ojos fueron pozos, cuevas y fuentes; de la boca nacieron los ríos, lagos y manantiales; de su nariz se crearon valles, cordilleras y mesetas, y de sus hombros surgieron sierras, volcanes y altas montañas. Es una imagen muy hermosa ¿verdad?
A pesar de todo esto, algunas versiones mencionan que Cipactli no murió, sino que permaneció vivo, por lo que los diversos grupos apaciguaban a la bestia mediante el sacrifico humano, ofreciéndole la sangre y carne de los prisioneros capturados durante la guerra.
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